viernes, 30 de mayo de 2014

El gran desconocido (I)


El gran desconocido (I)



Se va acercando el día de Pentecostés, la fiesta del Espíritu Santo. ¿Quién es el Espíritu Santo? Muchos tenemos siempre en la cabeza la imagen de una paloma, un fuego, unos rayos de luz intensos...
Y es lógico que nos resulte abstracto. Dios es único, pero tiene tres personas: el Padre, que nos representamos siempre con la imagen de un venerable anciano de barba blanca y brazos acogedores...aunque nadie lo haya visto nunca. 
La segunda persona es el Hijo, Jesucristo, del que sí que nos hacemos una idea más aproximada (por ejemplo, con los datos que da la Sábana Santa) y con razón: es la única de las tres personas de Dios que se ha hecho hombre, uno de nosotros y como nosotros en todo (excepto en el pecado, claro)
Pero la tercera persona, de la que Jesús nos hablaba y que nos prometió que nos enviaría...resultó ser un ruido, un fuerte viento, unas llamas de fuego sobre las cabezas y una serie de signos de que algo extraordinario estaba pasando: los apóstoles dejaron de ser cobardes miedicas encerrados y salieron por todas partes a hablar de Dios y salvación, y lo hacían en todas las lenguas del mundo!!!
A mí la definición que más me ayuda a representarme al Espíritu Santo es la de que es el amor entre el Padre y el Hijo. El Espíritu Santo es el amor de Dios, el amor con se aman el Padre y el Hijo y el amor con que Dios nos ama a nosotros, sus criaturas. Una de las cosas que más me fascinan es que...podemos pedirle a Dios que nos dé ese amor para amarle. Y lo que ganamos es: amamos a Dios y además le amamos con el mejor amor posible, el que es digno de Él, el que procede de Él. Amar así a Dios, en sus tres Personas, nos llena de gracias, que también nos vienen dadas por el Espíritu Santo, en forma de sus frutos y sus dones.
Pero de esto hablaremos otro día...
Hasta pronto,
cristina

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